En 1806 se produjeron diversos ingresos en la Real Biblioteca, librería de Cámara todavía, que fueron de singular relevancia. Se ocupó de recepcionarlos Juan Crisóstomo Ramírez Alamanzón, entonces oficial interino. Destacaron por su volumen y significación las colecciones del I conde de Gondomar y la americanista de Manuel José de Ayala, ambas ricas en manuscritos. Los otros fondos fueron los de los Colegios Mayores de Salamanca, los de la Secretaría de Gracia y Justicia de Indias, con la referida de Ayala, más las americanistas asimismo de Juan Bautista Muñoz, José Antonio de Areche o la de Dionisio de Alcedo Herrera. También ingresó el fondo de manuscritos de Francisco de Zamora, tan importante para el XVIII catalán.
No estuvo solo Alamanzón a la hora de integrar estos cuantiosos fondos y hubo otros servidores en la real casa en ello, como José Ángel Álvarez Navarro, que era bibliotecario de Cámara desde julio de 1803. Esta intensa labor, sobre todo su trabajo con la biblioteca gondomariense por su volumen, le valió a Ramírez la obtención de su plaza definitiva. Bajo Carlos III no había sido grande la Librería de Cámara, y hubo poco incremento con respecto a Fernando VI. Así, esos amplios ingresos de 1806 fueron de carácter fundamental para la dimensión luego definitiva de la Real Biblioteca.
Perfil biográfico
Nació Alamanzón en un pueblecito conquense, Aleguilla, hacia 1760, recibiendo buena formación. Era presbítero cisterciense desde 1781, y sería un hombre destacado en letras, llegando a académico de la Real Academia Española, y además secretario perpetuo y pronto en ella bibliotecario, hasta noviembre de 1808. En 1803 se sumaría a la de la Historia, siendo clave para ello su estudio de investigación sobre Fernando IV el Emplazado. Incluso, se incorporaría a la de Bellas Artes de San Fernando en 1806 por su erudición artística. Desde 1804 desempeñó una intensa labor en la RAH, como con el proyecto de la Sala de Antigüedades arqueológicas, y en las sesiones en las que participó desde entonces se mostró activo. Ejerció cometidos eclesiásticos, pero le atraía mucho más la vida erudita en la corte. Lucía sólida instrucción obtenida en la Universidad de Valencia, en tiempo de prestigio académico de ella con los influjos de Pérez Bayer y Cerdá y Rico, asimismo personalidades importantes en la Real Biblioteca Pública.
Su carrera tuvo despegue cuando fue nombrado secretario de cámara del Inquisidor General en 1793. Pero creció su nombradía, verdaderamente, como bibliotecario en la RAE, siendo a la par canónigo en la Iglesia de Palencia. Su detallado índice de la Biblioteca académica llamó la atención, siendo así propuesto años más tarde para trabajar en la biblioteca real privada. Llegaría Alamanzón en unos años a ser bibliotecario mayor de las dos reales bibliotecas, la de Cámara de S.M. y la Pública.