Retrato de Salvá, aparecido en La Ilustración Española y Americana
al fallecer en 1873
Como se vio en la entrada anterior, del traslado de los miles de libros reales -solamente el fondo Gondomar eran unos siete mil- se ocupó Calvet, pero estuvo esos años treinta muy centrado además en la testamentaría del difunto Fernando VII y en los bienes patrimoniales en especial de la infanta Luisa Fernanda, por lo que el establecimiento definitivo en la colocación de los libros en no solo los muebles viejos adaptados de la antigua Librería de Cámara sino a los nuevos encargados a medida, fue ya con Salvá en los años cuarenta. El proceso estructural del espacio tuvo además sus complicaciones al tener que entarimarse todo el suelo.
Superadas las dificultades físicas, Salvá decidió, en unión a superiores en la Real Casa, organizar un fichero manual para control y conocimiento detallado de la Real Biblioteca, para lo que se incorporó a un escribiente, José Velasco Dueñas. En 1841, a fines, se había incorporado asimismo, como se indicó, Manuel Carnicero Weber como auxiliar. Al incorporarse Salvá, era Weber bibliotecario ayudante en ejercicio, aunque no oficialmente, pese a cobrar como tal por lo que se quejó ya en 1847, reconociéndosele entonces como “ayudante bibliotecario segundo” alegando el realizar índices en esa nueva política de mayor control de los fondos, con Velasco como escribiente, que lo era asimismo del Archivo.
Las estrechas relaciones entre la Biblioteca con el Archivo fueron de hecho fuente de fricción entre Carnicero y Salvá. Como siempre estuvo éste vinculado a su Mallorca natal, se ausentaba en verano para ir allí. El que en esas vacaciones le sustituyese un oficial del Archivo amigo de Salvá, Tomás Zaragoza y Sacristán, y no él siendo ya bibliotecario segundo hizo que se quejara nuevamente en 1850 Carnicero, reconociéndose los superiores de nuevo su razón. Zaragoza, además hizo labores que consideró intrusivas, como elaborar en 1849 unos [Borradores de] Noticia del origen, aumento y estado actual de la Biblioteca de Cámara de S.M. en julio de 1849 [y del] Origen del Monetario, su aumento y estado actual. Cesaron pronto las tensiones internas pues en 1851 Salvá abandonó sus funciones directivas al ser designado por fin obispo de Mallorca como anhelaba, nombrándose a Carnicero en octubre “bibliotecario primero” de S.M., aunque prefirió autodesignarse “de Cámara”, como antaño.
Durante la dirección de Salvá se produjo una realidad positiva en la Real Biblioteca, la relación epistolar con algunos escritores y pensadores, como Juan Donoso Cortés. Y además la colaboración con ediciones importantes como la de la Real Academia de la Historia de la Historia General de las Indias de Gonzalo Fernández de Oviedo, referencial. La colaboración con la Academia de la Historia no fue solo por ser director y haber en ella fondos necesarios para dicha magna edición, sino que era académico desde 1836, involucrándose en otros proyectos editoriales destacados de ella, como la Colección de Documentos Inéditos, verdadero corpus documental clave para la Historia de España. Asimismo fue censor en la RAH y perteneció a la RAE, además de ser senador vitalicio desde 1859. Moriría Salvá como obispo de su Mallorca en 1873, lejano su tiempo palatino.