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Una encuadernación de arte singular de Fez

En una biblioteca donde las encuadernaciones artísticas son una destacada marca de identidad por su indudable calidad, encontrar una que se sale de lo establecido, rara, diferente a los cánones usuales y de primer orden, es algo que merece la pena ser reseñado y dar a conocer señalando sus características.

La que presentamos no es una encuadernación occidental, ni salida de taller real como lo fueron las realizadas en el Taller Juego de Pelota del siglo XIX. Tampoco es obra de uno de los muchos artistas que sirvieron las necesidades de la Real Biblioteca a lo largo de su historia, desde aquellas primeras de Sancha hasta las actuales, pasando por las de Pascual Carsí y Vidal, Tomás Cobo, Pedro Domenech, miembros de la familia Ginesta, Gabriel Gómez Martín, Santiago Martín Sanz, Pedro Pastor y otros tantos nombres, nacionales y extranjeros, etc. De todos estos maestros y sus trabajos tenemos noticia directa y precisa a través de la base de datos de Encuadernación Histórica elaborada desde la propia Real Biblioteca.

En estas líneas damos a conocer un ejemplar marroquí, de un periodo vital en la revitalización de las encuadernaciones artísticas de principios del siglo XX en Marruecos. Cierto es que en la Real Biblioteca se encuentra algún ejemplo de la zona, pero con características diferentes y no tan extraordinaria como la que estudiamos a continuación.

Se trata de la obra de un maestro que formó taller hace ya un siglo en la ciudad de Fez, Marruecos. Nuestro artista está considerado uno de los pioneros de aquella primera generación que regeneró la actividad artesanal de encuadernación, siguiendo las ideas de Ricard Prosper que impulsó esta y otras actividades de artesanía desde 1920 y hasta 1935 siendo director de la institución Services des art indigènes en el seno del Servicio de Bellas Artes del Protectorado Francés de Marruecos (1912-1956).

 

Antecedentes de la actividad

El objetivo de Ricard era conservar un arte tradicional, revitalizarlo y dar la oportunidad de nuevos puntos de venta a aquellos artesanos que lo necesitaran. Para ello estaba convencido que era vital que los maestros transmitieran sus conocimientos a discípulos que aprendieran directamente de ellos. Y así procedió.

Sin embargo, la situación de la encuadernación en 1913 no era buena. Se distinguía entonces entre el trabajo de encuadernación propiamente dicho, calificado de mediocre y, por otra parte, la decoración de las pieles para las cubiertas, que estaban consideradas finas y de buena calidad.

En 1916, bajo el impulso de Ricard, llegado a Marruecos desde Argelia, se crea en Fez un taller municipal de perfeccionamiento con un maestro, dos obreros y dos aprendices. Figura clave de toda esta renovación artesanal fue Si Mohamed Ben Larbi Lahlou, único maestro que encontró Ricard cuando llegó a Fez y se interesó en buscar supervivientes de aquellos artesanos. Aunque de edad muy avanzada, Lahlou accedió a regañadientes a la propuesta de Ricard para revitalizar esta actividad. Recibió nuevas herramientas, pues las suyas estaban en bastante mal estado, empezó a formar a jóvenes, algunos de su familia y, sin tardar, empezó a recibir peticiones que, desde entonces, se sucedieron sin cesar.

En 1920 había ya tres talleres, cada uno con su maestro al frente, y un total de quince empleados en esta actividad.

Un hecho que marcaría además esta revitalización fue la publicación por parte de Ricard de un texto breve sobre encuadernación, escrito originalmente en el año 1029 de la hégira [1619 e. C.] y de la que hablaremos más adelante.

 

La firma de un encuadernador árabe

Cual sería nuestra sorpresa cuando, al poner en orden parte de la colección de las publicaciones periódicas de la Real Biblioteca, apareció una encuadernación fuera de lo común. Y como aspecto muy notable de ella se nos reveló la aparición de la firma del encuadernador, cuya presencia no suele ser tan frecuente.

A través de ella hemos podido identificar al maestro artesano. Se trata de  عبد الرحمان السرغيني [ʿAbd al-Raḥmān al-Sirġīnī], conocido en la forma habitual francesa como Abderrahman Serghini.

La firma se encuentra en la parte inferior de la contratapa anterior, en dorado y con clara caligrafía. A través de su nombre podemos identificar la época de realización, un tiempo de renovación circunscrita a una etapa de transición de lo antiguo a lo nuevo.

 

Maestro Abderrahman Serghini y su proyección

No hay mucha información sobre el maestro Serghini. Sabemos que su nombre aparece en un listado junto con otros seis compañeros de profesión, además del maestro Lahlou, todos pertenecientes a aquella generación de artesanos encuadernadores que trabajaron en Fez en los primeros años del siglo XIX, hace ya más de cien años. Su nombre sigue al del pionero, Lahlou, en el listado.

Al parecer Serghini tenía, en un único espacio, su taller junto con su tienda al comienzo de la calle Thalaa, una de las calles principales de la medina antigua cuyo recorrido comienza desde la puerta [Bab] Boujloud y se dirige, cuesta abajo, hacia lo más profundo de la medina. Su situación al comienzo de la calle podría interpretarse como un reclamo para aquellos turistas de la época que iniciaran su visita a la ciudad antigua de Fez. En la tienda habría una vitrina con cueros decorados y en el taller una o dos mesas de mármol, una estantería para dejar los volúmenes que todavía no estaban encuadernados y otra para aquellos ya encuadernados y cuidadosamente envueltos a la espera de que el cliente lo recogiera.

El trabajo de Serghini debió de ser sobresaliente. Se sabe que participó en la Exposición Colonial Internacional de París, en 1931; posteriormente, en la de Chicago, en 1933; y dos años después, 1935, en la de Bruxelas. Por otra parte, en su país, Marruecos, en 1938 recibió un Diploma de 1er Premio de la Feria de [Artesanía de] Fez; repitió en 1939 con un Diploma de Honor y; finalmente, en 1948 le otorgaron el segundo premio al mejor artesano de Marruecos en la Feria de Rabat. Estaba dotado con 20.000 francos, cantidad que debía ser considerable en aquella época.

Tenía un socio, Driss Zamaï, que quedaba al cargo del taller cuando el maestro estaba ausente en las ferias internacionales, que se prolongaban varios meses.

Seguramente, nuestro maestro conoció el breve tratado de al-Sufyānī dedicado a la encuadernación y a la técnica del dorado, redactado en el año 1029 de la hégira / 1619 e.C., titulado Ṣināʿaẗ tasfīr al-kutub wa-ḥall al-ḏahab, (صناعة تسفير الكتب وحل الذهب) y que el propio Ricard se encargó de editar trescientos años más tarde, en 1919. Junto con la edición del texto original, basado en una copia de 1255 de la hégira / 1830 e.C., Ricard elaboró un cuidado índice de términos técnicos en árabe con su explicación en francés.

Es de notar que la edición menciona que está dedicada a los “jóvenes” (šubbān / شبّان) que trabajan en este oficio de la encuadernación. La intención de Ricard era distribuirla entre estos jóvenes aprendices para que contaran con un texto base que les ayudara en el inicio de sus técnicas, pues como indica también Ricard, se encontraban encuadernaciones que seguían exactamente los métodos que indica Al-Sufyānī en su obra.

 

Características de la encuadernación de la Real Biblioteca

Se trata de una encuadernación marroquí de cartera, en piel de color ocre. Este trabajo de cartera es típico de la producción marroquí, por lo que esta característica es innata al mundo del que procede. Sin embargo, el color de la piel es peculiar pues suelen ser pieles más oscuras o de color rojizo, no tan claras como esta, de color ocre.

En ambos planos hay una greca geométrica dorada, de 1 cm de grosor, que rodea el borde de cada cubierta; un poco más en el interior se encuentra otra greca, algo más estrecha, de 6 mm, también con una decoración geométrica, de otro estilo y rematada en las esquinas externas, en diagonal, con una especie de flor de loto.

En la decoración del espacio interior de la cubierta se encuentra la disposición típica de encuadernaciones orientales desde el siglo XV. En el centro, una mandorla rematada en la parte superior e inferior del eje por la misma flor de loto mencionada antes. Este espacio central se encuentra rematado por cuatro esquineras de gran tamaño, pegadas a la orla interior, que completan el conjunto.

Lo novedoso es que, en este conjunto, tanto en el motivo central como en las esquineras se utilizan varios colores: rojo, verde claro y azul oscuro sobre una base en oro. No es la técnica del mosaico en piel, sino que dichos colores se han realizado aplicando pintura con un fino pincel en la huella del hierro que ha dado forma al dibujo sobre la piel. La aparición de los tres colores resalta, enriquece y ennoblece la encuadernación, a la vez que aporta una luz que invita a la contemplación.

En la parte de la cartera que cierra el volumen, se encuentra la misma decoración de la cubierta y, en la punta del cierre, una pequeña decoración al estilo de aquellas que aparecen en los márgenes de los manuscritos, con los mismos colores que la ornamentación de las tapas. El lomo que mantiene cerrada la cartera tiene una tercera greca del mismo estilo que las anteriores, con un motivo diferente.

Lo portentoso de esta encuadernación también se encuentra en el interior. Sus guardas son atípicas, de piel, de un color azul turquesa, cuyas contratapas se han decorado con hierros en seco formando pequeños rombos. En la intersección de estos hay pequeños soles en dorado. Todo el conjunto está enmarcado en una greca de 5 mm.

Igualmente, la parte interna de la cartera que cierra la obra está recubierta con esta misma piel y una decoración dorada que cubre por completo el espacio de la lengua, muy del estilo islámico y del gusto de la zona. Los motivos, todos con hierros dorados, son pequeños cuadrados en cuyo interior se encuentran alternando figuras ovaladas, en grupos de cuatro, y soles. Asimismo, en la parte interna del lomo de este cierre de cartera, hay una greca vertical con veintiocho soles que destacan sobre el azul de la piel.

El conjunto no puede ser más espectacular, por la combinación de los colores azul y dorado, la disposición de los motivos geométricos, las distintas formas que adopta la decoración. Seguramente Ricard, estaría orgulloso de que se hubiera conseguido una obra tan equilibrada.

Publicación del ejemplar encuadernado – 2PP 73

La publicación que contiene no es, como se podría imaginar, un manuscrito, un valioso libro impreso o un documento singular. Se trata, por el contrario de los siete primeros números de una revista marroquí, Al-Ittihad الاتحاد  del año 1927 [2PP 73], publicada por la Imprenta de Tropas Coloniales.

Tiene sentido conocer el contenido de estos ejemplares encuadernados juntos pues el número tres incluye reproducción de fotografías de la familia real española: Alfonso XIII y Victoria Eugenia, un bonito retrato de la reina, los padres del rey: la reina María Cristina y el rey Alfonso XII, y una foto de familia de Alfonso XIII con sus hijos.

No cabe duda de que este volumen fue un regalo especial destinado al entonces rey Alfonso XIII, realizado por uno de los mejores artesanos de la época de Fez por lo que se cuidaría especialmente su terminación en todos los aspectos. La aparición de la firma indica la categoría del encargo, realizado por uno de los mejores artesanos de encuadernación de Fez de hace más de cien años.