Por Germán Masid Valiñas

Abogado, economista, hombre de negocios, bibliófilo y autor literario en su madurez. Aunque coinciden su nombre y primer apellido, no es familiar directo del geógrafo y geólogo Juan Carandell Pericay, aunque bien pudieran guardar cierto parentesco lejano, ya que los dos eran oriundos de Figueras, una población que por entonces, a comienzos del siglo XX, contaba con unos de unos 4.000 habitantes.

Los Carandell, familia venida a menos, eran descendientes de una saga de artesanos emigrados en 1900 a Barcelona desde la población gerundense de Báscara. Y los Marimón, que procedían de Calabuig, pueblo próximo a Báscara, se dedicaban a la fabricación de ladrillos. Los de esta última rama fueron, a finales del XIX, protagonistas de un conflicto familiar que sería llevado a la literatura por el propio Juan Carandell con el título de Rosa, la Vilardella.

Hijo de Joaquín Carandell i Paretas y de Francisca Marimón, este economista y escritor de éxito, en los últimos años de su vida, comienza a trabajar a los diez años como ayudante en las oficinas de una fábrica de uniformes. A los quince establece su propia empresa: corría el año 1915 cuando alquila unos bajos en la calle Méndez Núñez para montar un negocio de venta de serrín a los barcos que atracaban en el puerto de Barcelona. En las charlas familiares contaba el bibliófilo que el principal destino eran los barcos que participaban en la Primera Guerra Mundial. En su juventud simultanea los estudios de Comercio con el trabajo de comentarista económico en los periódicos La Nau, Diario de Barcelona y El Noticiero Universal, actividad que encauzará su dedicación profesional hacia el ámbito de la economía.

Pronto se labra un futuro en el mundo económico barcelonés anterior a la guerra civil. En 1927 ya pertenecía a la Sociedad de Estudios Económicos, a cuya presidencia llegaría en 1931. Ese mismo año era nombrado secretario de la Sección de Comercio y Navegación (del Fomento del Trabajo Nacional) bajo la presidencia de Luis Bosch Labrús. En 1927 asiste, como representante de la Asociación de Contables de Cataluña, al Congreso Internacional sobre la Organización Científica del Trabajo celebrado en Roma. Participa en el Congreso Algodonero de Lisboa, el año 1934, en representación del Centro Industrial Algodonero. Fue en esta época, en el auge del algodón, cuando se estableció un tiempo en Argentina, promocionando plantaciones de esta fibra textil. Eran los tiempos en que los médicos comenzaban a aconsejar la sustitución del hilo por el algodón, por considerarlo más higiénico.

A raíz del prestigio forjado en el sector económico, es designado mediante un Decreto de 1935 representante de la Generalitat en la Junta del Patronato del Instituto de Investigaciones Económicas de Barcelona. Fue por entonces cuando se convirtió en un asiduo conferenciante de temas económicos. Al margen de su dedicación a la economía, hizo también durante la República una breve incursión en la política al presentarse en 1933 en el puesto quinto de la candidatura de Barcelona por el Partido Republicano Radical, de Alejandro Lerroux.

Hay en su familia diversas explicaciones acerca del motivo que le indujo, llegada la guerra, a salir de la zona republicana. Lo cierto es que siguió la ruta de otros muchos, marchándose a Perpiñán, adonde más tarde llega su familia, para dirigirse luego a Burgos. En la ciudad castellana trabajó como asesor técnico de economía.

Al finalizar la guerra regresa a su ciudad, especializándose en Derecho Mercantil. Es entonces cuando compra el Mas de Reus (Mas Bové) y el edificio del 288 de la calle de Provenza. Allí viven los Carandell su tiempo de fortuna, etapa que no duró más allá de una decena de años. En la casa de Provenza funda un bufete de abogados; el despacho contaba con dos pasantes, Luis Miró y Antonio Vilar de Orobio, un abogado de cierto prestigio en los años treinta, presidente entonces de la Cámara de Comercio. En esta época vuelve a desempeñar trabajos institucionales de cierta importancia: en 1948 es nombrado —parece que a propuesta de mossen Joan Tusquets Terrats, hermano del banquero Carlos Tusquets— presidente del Instituto de Estudios Hispánicos de Barcelona, prolongación del Instituto de Cultura Hispánica, dirigido en esos años por Joquín Ruiz Jiménez. En esta ocasión debió de comenzar o afianzarse la relación con el político democristiano, que le serviría de enlace en su época de Madrid. Participa en numerosas actividades económicas: interviene en negocios de importación y exportación, monta una oficina de patentes y desarrolla puestos de responsabilidad en la Banca Tusquets, por entonces en el número 11 de la Plaza Urquinaona.

Alrededor de 1952, con la quiebra de la Banca Tusquets, se arruina y tiene que hacer frente a la situación con sus bienes. Perdió la casa de la calle de Provenza y solo se quedó con el Mas de Reus. A consecuencia de este revés económico la familia se muda a esta localidad, poniendo en explotación la finca, que gestionaría Josefina Robusté ayudada por uno de sus primos. Juan Carandell se traslada a Madrid a trabajar; tiene unos comienzos difíciles, vive en una pensión. Se tienen pocos datos acerca de sus actividades en la capital, pero parece que trabajó ayudado por Joaquín Ruiz Jiménez y José María Ruiz Gallardón. En 1958 se reúne en Madrid con toda la familia y viven durante varios años en el número 7 de la calle de la Libertad hasta su regreso a Barcelona en 1962.

La vida de Juan Carandell siempre estuvo muy ligada a Reus. En 1949 recibió la Medalla de la Ciudad de Reus por su vinculación con la localidad, donde tenía el conocido Mas. La casa, que fue durante muchos años importante centro de reuniones de la familia, se vendió a mediados de los sesenta. Y es, a partir de entonces, cuando Juan Carandell comienza su incorporación a las filas de la literatura. Porque, más que como abogado y economista, es conocido en los últimos veinte años de su vida como escritor de éxito en catalán bajo el seudónimo de “Llorenç Sant Marc”. No se conoce el significado y origen exacto de este seudónimo, pero es probable que el de “Llorenç” haga referencia al apelativo cariñoso con el que solía dirigirse a su hermano Luis. Su afición literaria le venía de una parte de su familia paterna: su tío, Rafael Carandell i Paretas, de Figueras, un poeta y escritor de libretos de teatro que había gozado de cierto reconocimiento a finales del XIX y principios del XX en el Ampurdán.

Cansado del turismo de finales de los sesenta, deja el ruidoso piso de Sitges y compra una casa en Sant Pere de Ribas, donde actualmente vive buena parte de su familia. Desde este pueblo próximo a Barcelona, Juan Carandell, que escribía siempre de pie, en una Olivetti, y siempre con su cigarro “Ideales”, se convierte en autor literario a los 65 años, editando a su costa Temps enrera (1966). A esta obra le siguieron Males companyies (1970), distribuida por la Casa del Llibre, y La brillant història: segona part de “Males companyies” (Casa del Llibre, 1971). Con las siguientes creaciones obtuvo ya un reconocido éxito literario al ser lanzado por editoriales importantes: La Gàbhia: crónica d’un malson(Editorial Selecta, 1976), El pacte de Lausana i altres narracions (Editorial Pòrtic, 1979); dos novelas policiacas: La mort del benefactor (Editorial Selecta, 1981) y Fallida fraudulenta (Editorial Selecta, 1982); Quaranta històries (Editorial Selecta, 1983) —libro por el que recibió el premio “Victor Catalá” en 1982—, Els comptes clars: històries i narracions (Editorial Selecta, 1984), Guardo el confident: el terrorisme a Barcelona, 1917-1922: novel-la (Editorial Pòrtic, 1985), obra en la que trata el terrorismo barcelonés de la época. En el transfondo de su narrativa, calificada por Miguel Dolç como realismo social e histórico, está el recuerdo y retrato de la delincuencia de tono menor de la Barcelona de su infancia.

El escritor, que consiguió el reconocimiento de la crítica —sobre todo, con la firma de Miquel Dolç en las páginas de La Vanguardia— se sumó así a la lista de autores catalanes con los que prosperó la serie negra, junto a Rafael Tasis, Manuel de Pedrolo, Mario Lacruz o Manuel Vázquez Montalbán. En los primeros años ochenta sus obras compartían espacio publicitario en La Vanguardia junto a las de nombres consagrados en la literatura catalana, como Josep Maria de Sagarra, Jacint Verdaguer, Joan Amades, Josep M. Espinós o Ferran Soldevila. Estaba ya por entonces en los 80 años. En los últimos tiempos comenzó a escribir sus memorias. El original —Les meves memòries—, que está inédito y se conserva en la biblioteca y archivo de los miembros de su familia, rememora los años de infancia en su Barcelona natal. Sus problemas de salud y dificultades de visión no le permitieron contar más allá de esta etapa de su vida. El manuscrito, que no supera los veintitrés folios, relata, con su peculiar estilo, los inicios de una vida que iba a contar con tantos y tan diversos avatares.

Como lector, Juan Carandell Marimón fue un entusiasta de la narrativa norteamericana de John Dos Passos, de Truman Capote, y de las novelas del ruso Isaac Babel. El estilo y la escenografía literaria de estos escritores ocupa una dimensión importante en su obra. Como aficionado a los libros de ciencia ficción, era también un incondicional de Isaac Asimov. Pero si en la familia había algún miembro que fuese lector impenitente, esa era su esposa Josefina, una auténtica lectora por devoción. Porque Juan Carandell acudía a la literatura con un sentido más pragmático; era un estudioso de los textos. Leía para aprender a escribir, leía porque quería ser escritor. Sus lecturas las complementaba con la recogida de frases hechas, dichos y toda la jerga de los bajos fondos barceloneses. Preocupado siempre por cuestiones de estilo y técnicas literarias, acompañaba sus lecturas de abundantes subrayados y certeras anotaciones que ya presagiaban su vida de escritor.

En su “Biblioteca Carandell” publicó en 1947 Biblioteca de los economistas españoles en los siglos XVI, XVII y XVIII, del historiador y economista gallego del siglo XIX, Manuel Colmeiro. La edición, que lleva un retrato del autor grabado al aguafuerte por José María Chico, era de 300 ejemplares, todos numerados y nominados; los 100 primeros, para los socios de la ABB; el resto iba nominado para representantes del mundo de la empresa y la economía. Es la única edición que se le conoce como miembro de la ABB, pero es una de las más destacadas entre las promovidas por los socios. Entre todos los miembros actuales de la familia, es conocida esta edición como el “Colmeiro”.

La biblioteca del bibliófilo estuvo instalada en el semisótano del 288 de la calle de Provenza, en la época de bonanza económica. Más que de bibliofilia, era una biblioteca especializada en economía, en la que llegó a reunir una importante colección de unos 27.000 volúmenes —según declaraciones a Lluís Permanyer— que pasaron a formar parte de los fondos de la Facultad de Económicas de la Universidad Autónoma de Barcelona. Su colección tenía la particularidad de la catalogación, con un registro importante de fichas que contenían toda la información de interés conseguida mediante informes de lectura, según contó al periodista. Todo este fichero se perdió en el traslado apresurado que hubo de realizarse al dejar el edificio de Provenza.

Su biblioteca guardaba también una pequeña, pero interesante colección documental: cartas de Cabarrús sobre la fundación del Banco de España, así como un fondo de pergaminos, algunos sobre personajes históricos como Jaime el Conquistador o Ramon Folch de Cardona. Cuenta Mercedes Carandell, acerca de esta colección de pergaminos, que “...cuando murió mi padre la vendimos, con el fin de tener algo de dinero para poder cobrar la herencia. Los dos documentos, el de Jaime el Conquistador y la carta de Ramón Folch de Cardona a Fernando el Católico, los donamos al Museo de Atarazanas. Mi hermano Luis dijo que eso pertenecía a la Historia Naval de Cataluña y que no debía ir a manos de ningún particular”.

Proveniente de una casa de muy pocos recursos, Juan Carandell llegó a consolidar con su trabajo una familia acomodada que inculcó a sus hijos una visión cosmopolita de la vida. Persona dinámica y abierta, siempre dispuesta a ayudar a sus hijos a hacer viajes culturales en una época en que esto solo estaba al alcance de las familias pudientes. Su casa era muy conocida por las tertulias familiares y las frecuentes visitas que recibía de algunos jóvenes escritores barceloneses, según reconocen Sergi Pàmies o Joan de Sagarra. Por su casa pasaron escritores como Gabriel García Márquez, Rafael y Chicho Sánchez Ferlosio, Carmen Martín Gaite, Blas de Otero, Carlos Barral, Mario Lacruz… Tal vez por haberse incorporado tardíamente a la literatura, o como una muestra más de su sintonía con todo lo joven, frecuentaba a autores literarios más próximos a la generación de sus hijos que a la suya propia. 
Es dueño de una biografía que recorrió todas las clases sociales: niño en los barrios bajos de la Barcelona de comienzos de siglo, contable que llegó a banquero, creador de empresas, abogado y economista muy bien relacionado con los industriales textiles, periodista, y escritor que conoció el éxito. Inteligente e irónico, divertido y optimista, con una gracia que encandilaba a la gente, Juan Carandell Marimón fue una persona luchadora cuya vida de altibajos es la propia historia del siglo XX.

Hay un episodio biográfico importante que ha permanecido en el seno de su familia: no se tiene constancia de las circunstancias concretas en que se forjó la relación, pero en los archivos familiares se conserva la correspondencia mutua que mantuvieron Juan Carandell y James de Rothschild. En una carta, fechada en Barcelona el año 1941, Juan Carandell le comunica a Rothschild que ya ha hecho las gestiones oportunas ante el Ministerio de Asuntos Exteriores con respecto al financiero Hans Altmann. Por otra misiva, que va fechada en Madrid el 15 de enero de 1943, James de Rothschild le agradece el envío de pasaportes. La carta lleva el membrete del Hotel París, en el número 2 de la calle de Alcalá. El banquero estaba en este hotel de la Puerta del Sol preparando su salida para Lisboa. Parece que fue por esos años cuando, con su influencia y capacidad de persuasión, dedicó una gran parte de su actividad en conseguir pasaportes para los judios.

Fue socio número 1 del Ateneo Barcelonés —en la reestructuración llevada a cabo después de la guerra— y miembro de la ABB. Su entrada en la entidad de bibliófilos se debe, casi con total seguridad, a la invitación de Juan Sedó Peris-Mencheta, vicepresidente del Instituto de Estudios Hispánicos —dirigido por el propio Carandell— y miembro de la familia propietaria de El Noticiero Universal, periódico en el que había colaborado el economista y escritor. Ambos se conocían ya desde su niñez, cuando su madre trabajaba de limpiadora en la casa de la familia del industrial. Juan Carandel fue citado por Alfonso Macaya en su disertación De libros desde el Diluvio Universal hasta el siglo XV (Barcelona, diciembre de 1949) como uno de los consocios de la ABB que daba a conocer los fondos de su biblioteca.

Casado con Josefina Robusté Rosés, hija del filólogo Eloy Robusté Ferran, fueron padres de una dinastía brillante de escritores y gente de letras: Luis —el conocido escritor y periodista que desarrolló toda su carrera profesional en Madrid— Asunción, Josep María, Juan, Teresa, Mercedes y Cristián. Estaba emparentado con otra saga de escritores, por el matrimonio de su hija Asunción con el poeta José Agustín Goytisolo. El bibliófilo y economista era abuelo de Julia Goytisolo Carandell, traductora del catalán al castellano y protagonista del célebre poema Palabras para Julia, de José Agustín Goytisolo.

El 51 era su número de socio en la primera lista de suscriptores de la ABB. Su permanencia como miembro de la sociedad fue corta. Causó baja en la sociedad el 27 de abril de 1954. En su lugar se inscribió la Biblioteca de la Universidad de Kentucky y, actualmente, el número 51.4 está a nombre del socio Pau Salvat Vilà.

Fuentes y bibliografía:

  • Conversaciones con Asunción, Mercedes y Cristián Carandell Robusté.
  • Correspondencia entre James de Rothschild y Juan Carandell, que se conserva en el archivo familiar. Ocho cartas fechadas en los años de la Segunda Guerra Mundial.
  • Otras referencias hemerográficas de La Vanguardia.
  • Dolç, Miquel: “La narrativa de Llorenç Sant Marc”, La Vanguardia, 9 de agosto de 1979.
  • Dolç, Miquel : “Novedad de tendencias en Llorenç Sant Marc”, La Vanguardia, 13 de octubre de 1983.
  • Gran Enciclopedia Catalana. Barcelona, 1970-.
  • “Joan Carandell: escritor y economista”, El País, 4 de enero de 1988.
  • Permanyer, Lluís: “Un señor de Barcelona: Joan Carandell”, La Vanguardia, 20 de septiembre de 1987.
  • Puig Rovira, Francesc X.: “Els membres de l’Associació de Bibliòfils de Barcelona. Relació històrica”, Anuario de la Asociación de Bibliófilos de Barcelona. 2009-2010. Barcelona, 2011.
  • Relació dels fullets del fons de la Biblioteca Carandell. Barcelona, Universitat Autònoma de Barcelona/Facultat d'Econòmiques, 1982.
  • Sagarra, Joan de: “Los Carandell”, La Vanguardia, 9 de abril de 2008.